Línea Proletaria

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lunes, 6 de mayo de 2013

Reformar el capitalismo o construir Revolución


Seis millones de parados, dos millones de familias sin ingresos, cientos de miles de desahuciados y otros tantos que abandonan el país. Y todos quieren más: El gobierno de turno seguir aplastando a los obreros que protestan; la patronal abaratar más la fuerza de trabajo; los sindicatos oficiales que marchemos en silencio por el camino de la paz social; y los oportunistas de todo tipo que nos movilicemos bajo su bandera para forzar un nuevo circo electoral en el que votar a quien más reformas benignas nos proponga.
El proceso político que ha explotado con la crisis se caracteriza por un profundo cambio en la correlación de fuerzas en el seno de las clases dominantes, tanto en el Estado español como en Europa. El capital monopolista (el sector bancario fusionado con la industria) se ha desentendido de su pacto histórico con el sector acomodado de la clase asalariada, la aristocracia obrera (cuya posición social sólo es entendible por el carácter imperialista de la economía mundial en la que un grupo de naciones explotan a la mayoría de los pueblos del Mundo), de tal forma que el paradigma sobre el que se sostuvo el llamado “Estado del bienestar” ha quebrado.
Pero este marco estratégico del que se dotó la clase dominante (en Europa tras la II GM, en España con la transición) no se comprendería además sin la existencia del movimiento obrero como sujeto político que puso en peligro el poder del capital cuando logró constituirse como sujeto revolucionario mediante la fusión de la consciencia revolucionaria y las masas trabajadoras en la forma de los Partidos Comunistas; que llegaron a instaurar el poder de la clase obrera en la URSS o en China, que junto a la Internacional Comunista, se erigirían en referente de liberación para las masas oprimidas de todo el Mundo. Referente frente al cual el imperialismo hubo de deslizar ciertas concesiones sociales, en forma de derechos, a las clase populares de sus países; es decir: las reformas de otro tiempo fueron consecuencia secundaria de la puesta en marcha del Programa Revolucionario de la clase obrera. Ahora este movimiento, con todas las estructuras y organismos que generó, se encuentra en bancarrota, lo que ha dejado vía expedita al gran capital para imponer su nuevo esquema teórico, cultural, económico y político.
Así, en los últimos años los gobiernos del PSOE y del PP, que representan a las dos grandes facciones del capitalismo español, han implementado los llamados recortes, que cierran la ofensiva del capital contra las migajas que la clase obrera le había arrancado durante más de un siglo de lucha.
      Lo novedoso de esta crisis, es que la clase obrera asiste desarmada, ideológica y políticamente, a la embestida del capital. Y las respuestas que se sustancian como defensoras de nuestra clase no son más que las viejas recetas reformistas que, en el mejor de los casos, están instaladas en la utopía reaccionaria de dar marcha atrás para recuperar los “derechos sociales” del Estado del bienestar: se reclaman dimisiones en el gobierno, culpando a individuos para salvar instituciones. Se pugna por el “proceso constituyente” para regenerar la dictadura capitalista al modo republicano. Y se suscriben todo tipo de propuestas laborales, en las que confluyen desde oportunistas parlamentarios hasta el anarcosindicalismo, que aspiran a frenar al capital recuperando derechos laborales y sociales.
Y luchar por defender el puesto de trabajo o por frenar los desalojos de viviendas es una labor que la clase obrera debe realizar. Pero lo que nos demuestra la experiencia de la lucha de clases es que sin la cadena de organismos sociales, constituidos en  un todo único organizado, el Partido Comunista, que dotan a la clase obrera de la independencia ideológica y política necesaria para participar en la lucha de clases como sujeto independiente, que rompen con las lógicas económicas y políticas del capital abriendo la brecha para instaurar el Poder revolucionario. Todas las luchas de resistencia están abocadas a reformar el marco social establecido y, de una u otra forma, a ser reconducidas dentro del mismo.
La clase obrera, por su posición objetiva, es la clase capacitada para transformar radicalmente la realidad. Pero para ello hemos de generar esos organismos políticos de nuevo tipo, nucleados por una teoría de vanguardia que fusionada con la clase obrera se constituye en Partido Comunista, y que es la representación del sujeto político consciente, que no reclama reformas, sino que lucha por el establecimiento del poder de nuevo tipo, del Poder Revolucionario que acabe con la sangría que el capital nos impone y con las falsas ilusiones que genera el reformismo.

“Salvo el Poder todo es ilusión”, Mao Tse-Tung

¡CONTRA LA DICTADURA DEL CAPITAL!

¡REVOLUCIÓN SOCIALISTA!

Juventud Comunista de Almería
Juventud Comunista de Zamora

Primero de Mayo 2013