Línea Proletaria

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NUEVA WEB POR LA RECONSTITUCIÓN DEL COMUNISMO ¡Desarrollemos la línea proletaria! ¡Viva la Revolución Socialista!

viernes, 25 de febrero de 2011

Represión al movimiento juvenil comunista en el Estado español


-MONTAJE POLICIAL EN CATALUNYA CONTRA 3 CAMARADAS DE LOS COLECTIVOS DE JÓVENES COMUNISTAS.

-CINCO MILITANTES DE LA UJCE EN ASTURIES ENJUICIADOS POR PARTICIPAR EN LOS PIQUETES DEL 29 DE SEPTIEMBRE.

Los tres jóvenes pertenecientes al Colectivo de Jóvenes Comunistas (CJC), son víctimas de un montaje policial en el transcurso de una manifestación en Barcelona por el asesinato, a manos de un fascista, del joven Carlos Palomino. La acusación pide para estos tres compañeros 3 años y 10 meses de prisión.
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El pasado 29 de Septiembre, con motivo de la huelga general, cinco militantes de la UJCE fueron identificados e interrogados por la policía nacional cuando actuaban en los piquetes sindicales de la Cuenca del Nalón, en Langreo (Asturies). Ahora pueden ser condenados a ingresar en prisión acusados de un delito “contra la seguridad y la higiene en el trabajo”
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sábado, 5 de febrero de 2011

Martes 8, Concentración en apoyo a las revueltas populares del Norte de África


MARTES 8 DE FEBRERO, 19:00 h

FRENTE A LA SUBDELEGACIÓN DEL GOBIERNO

Concentración en solidaridad con las revueltas populares del Norte África.

Convocan: Juventud Comunista de Zamora, C.G.T., Izquierda Unida, Izquierda Anticapitalista y Agora.


COMUNICADO UNITARIO:
"Derroquemos a los dictadores y sus dictaduras"

La Revolución continúa en Túnez, y se extiende a Egipto, los ciudadanos y ciudadanas siguen en las calles reivindicando un verdadero gobierno del pueblo y para el pueblo donde no tengan cabida los esbirros del régimen.

El pasado día 13 de enero, después de un mes de revueltas cada vez más fuertes en todo el país, el dictador Ben Alí tuvo que rendirse ante las evidencias: el pueblo tunecino no iba a echarse atrás a pesar de la represión, los disparos, las detenciones, la tortura. Veintitrés años son suficientes, ya era demasiada la indignación. Por eso, cuando esa misma noche el dictador declaró en televisión que se había equivocado, que se disculpaba y que prometía no presentarse a las elecciones de 2014, el pueblo salió a la calle con más rabia y más valor que nunca. Durante años el pueblo tunecino lo ha ido perdiendo todo: desde el empleo y la libertad de expresión, hasta la dignidad. Y sólo cuando comprendieron que ya no tenían nada que perder, perdieron de repente lo último que les quedaba: el miedo. A partir de ese momento el pueblo tunecino sólo tuvo cosas que ganar. Por eso, esa noche, miles de personas rompieron el toque de queda, exigiendo la marcha del dictador bajo una lluvia de balas. A la mañana siguiente, la llamada de la UGTT a la huelga general fue un rotundo éxito, y la manifestación pacífica convocada por la mañana reunió en el centro de la capital a decenas de miles de personas. Pocas horas después, el dictador, ante el definitivo fracaso de su estrategia, ordenó a la policía disparar sobre la multitud. Los y las manifestantes se vieron obligados/as a refugiarse en las casas vecinas, mientras que las fuerzas represoras detenían, torturaban, violaban y asesinaban indiscriminadamente a los que no conseguían escapar. A pesar de todo, el pueblo no cedió en su determinación de derrocar al régimen, y esa misma tarde se confirmó la esperada huida de Ben Ali del país. Su lugar se vio inmediatamente ocupado por su primer ministro, prueba de que su partida era solo provisional y de que las cosas en absoluto habían cambiado. Esa misma noche las calles se llenaron una vez más de manifestantes pidiendo su destitución y la aplicación del artículo correcto de la Constitución que, en caso de «situación vacante de la Presidencia de la República por muerte, dimisión o impedimento absoluto», obliga al Consejo a nombrar al presidente del Parlamento como presidente interino del país. Y lo consiguieron. Dos “presidentes” en 24 horas, dos victorias en un día. Pero cuando vieron que el gobierno provisional formado por el parlamento era sólo una fachada de transición democrática, donde los ministerios de más relevancia eran ocupados por miembros del antiguo régimen, esbirros de la dictadura que les había reprimido y silenciado durante tantos años, decidieron, una vez más, no darse por vencidos/as. Por eso ya hace más de una semana que el pueblo de Túnez sigue concentrándose en las calles y en las plazas, cada vez más numerosos, cada vez más radicales. Ya no sólo piden pan: piden dignidad. Ya no sólo piden libertad de expresión: piden poder para el pueblo. Los barrios se organizan en comités populares, los obreros y obreras ponen a sus patrones en las calles y toman el control de las fábricas y empresas, los sindicatos convocan huelgas indefinidas, los y las estudiantes se lanzan a las calles. Desde las zonas rurales, las más empobrecidas, miles de hombres y mujeres están llegando a la capital para seguir manifestándose contra un gobierno ilegítimo, el residuo podrido de la dictadura.

El pueblo tunecino no habla de cambio, es una palabra que no les suena demasiado bien: así llamaba el dictador derrocado al Golpe de Estado con el que tomó el poder en 1987. El pueblo tunecino habla de democracia, en el sentido más puro y original de la palabra. Habla de Revolución, con todo lo que eso conlleva.

Y mientras los medios de comunicación tratan de convencernos de que en Túnez la democracia ha triunfado, de que reina la libertad de expresión y de que ya está todo hecho en un país que durante dos décadas hemos ignorado, los tunecinos y las tunecinas no callan. Mientras Obama y Merkel felicitan al pueblo tunecino por su valor, ese mismo pueblo se niega a llorar a sus mártires mientras no se realice lo que tantos piden desde hace tanto tiempo. La burguesía afrancesada se da por satisfecha con la nueva y relativa libertad de expresión y con los cambios prometidos por el gobierno provisional; l@s obrer@s, l@s campesin@s, l@s estudiantes parad@s y precari@s, l@s trabajador@s de las zonas rurales, l@s sindicalistas, l@s militantes de izquierdas y de los partidos ilegalizados por el régimen, mayores víctimas de la dictadura, verdaderos artífices de esta Revolución, duermen desde hace noches en las plazas y permanecen todo el día en las calles para seguir gritando reivindicaciones que aún no han sido respondidas. Lo dicen ellos/as mismos, que han demostrado en estos días ser los/as más radicales y conscientes a pesar de su aparente falta de educación política: la Revolución no se hace en un día, es un proceso largo y no podemos perder ni un solo minuto, porque nos arrebatarán esta victoria que tanta sangre nos ha costado y en la que aún queda tanto que ganar. Túnez no se rinde. Porque la lucha se ha librado en las calles, y en las calles se celebrará la victoria, antes que en Internet. Y ahora más que nunca es el momento de seguir luchando, porque aunque hemos ganado la batalla, aún están a tiempo de ganarnos la guerra.

Unos días después de la revolución tunecina se ha desencadenado otra revuelta popular en Egipto, que está desafiando la tiranía del dictador Mubarak, cuya reacción ha sido la de sacar los tanques a la calle. El pueblo egipcio está emulando al tunecino y ha perdido el miedo: quieren el fin de la dictadura y la salida del tirano del país. La solidaridad con el pueblo egipcio es también muy necesaria en estos momentos. En otros países ( Yemen, Argelia,…) también están produciéndose movilizaciones fuertes, que pueden transformarse en revueltas en los próximos días.

Por lo tanto, ante las noticias falsas o incompletas que nos dan los medios de comunicación, frente a los que creen que esto ya ha terminado y que no queda nada por hacer, frente a los que piensan que los pueblos que piden, y siguen pidiendo, “dignidad, trabajo y libertad” se van a dar por satisfechos con máscaras de democracia avaladas por los Estados Unidos y una libertad de charanga y pandereta.