
El proceso político que ha
explotado con la crisis se caracteriza por un profundo
cambio en la correlación de fuerzas en el seno de las clases dominantes, tanto
en el Estado español como en Europa. El capital monopolista (el sector bancario
fusionado con la industria) se ha desentendido de su pacto histórico con el sector acomodado
de la clase asalariada, la aristocracia
obrera
(cuya posición social sólo es entendible por el carácter imperialista de la
economía mundial en la que un grupo de naciones explotan a la mayoría de los
pueblos del Mundo), de tal forma que el paradigma sobre el que se sostuvo el
llamado “Estado
del bienestar”
ha quebrado.
Pero este marco estratégico del
que se dotó la clase dominante (en Europa tras la II GM, en España con la transición) no se comprendería además sin la
existencia del movimiento obrero como sujeto político que puso en peligro el
poder del capital cuando logró constituirse como sujeto revolucionario mediante
la fusión de la
consciencia revolucionaria y las masas trabajadoras en la forma de los Partidos
Comunistas; que llegaron a instaurar el poder de la clase obrera en la
URSS o en China, que junto a la Internacional Comunista, se erigirían en
referente de liberación para las masas oprimidas de todo el Mundo. Referente
frente al cual el imperialismo hubo de deslizar ciertas concesiones sociales,
en forma de derechos, a las clase populares de sus
países; es decir: las
reformas de otro tiempo fueron consecuencia secundaria de la puesta en marcha
del Programa Revolucionario de la clase obrera. Ahora este movimiento, con todas
las estructuras y organismos que generó, se encuentra en bancarrota, lo que ha
dejado vía expedita al gran capital para imponer su nuevo esquema teórico, cultural,
económico y político.
Así, en los últimos años los gobiernos
del PSOE y del PP, que representan a las dos grandes facciones del capitalismo
español, han implementado los llamados recortes, que cierran la ofensiva del capital contra las migajas que
la clase obrera le había arrancado durante más de un siglo de lucha.
Lo
novedoso de esta crisis, es que la clase obrera asiste desarmada,
ideológica y políticamente, a la embestida del capital. Y las respuestas que se
sustancian como defensoras de nuestra clase no son más que las viejas recetas
reformistas que, en el mejor de los casos, están instaladas en la utopía
reaccionaria de dar marcha
atrás para
recuperar los “derechos sociales” del Estado del bienestar: se reclaman dimisiones en el gobierno, culpando a
individuos para salvar instituciones. Se pugna por el “proceso constituyente”
para regenerar la dictadura capitalista al modo republicano. Y se suscriben
todo tipo de propuestas laborales, en las que confluyen desde oportunistas
parlamentarios hasta el anarcosindicalismo, que aspiran a frenar al capital
recuperando derechos
laborales
y sociales.
Y luchar por defender el puesto
de trabajo o por frenar los desalojos de viviendas es una labor que la clase
obrera debe realizar. Pero lo que nos demuestra la experiencia de la lucha de
clases es que sin la cadena de organismos sociales, constituidos en un todo único organizado, el Partido Comunista, que dotan a la clase obrera de la
independencia ideológica y política necesaria para participar en la lucha de
clases como sujeto independiente, que rompen con las lógicas económicas y
políticas del capital abriendo la brecha para instaurar el Poder
revolucionario. Todas las luchas de resistencia están abocadas a reformar el marco social establecido y, de
una u otra forma, a ser reconducidas dentro del mismo.
La clase obrera,
por su posición objetiva, es la clase capacitada para transformar radicalmente
la realidad. Pero para ello hemos
de generar esos organismos políticos de nuevo tipo, nucleados por una teoría de
vanguardia que fusionada con la clase obrera se constituye en Partido Comunista, y que es la representación del sujeto político consciente, que no reclama reformas, sino que
lucha por el establecimiento del poder de nuevo tipo, del Poder Revolucionario que acabe con la sangría que el
capital nos impone y con las falsas ilusiones que genera el reformismo.
“Salvo el Poder todo es ilusión”,
Mao Tse-Tung
¡CONTRA LA DICTADURA
DEL CAPITAL!
¡REVOLUCIÓN SOCIALISTA!
Juventud
Comunista de Almería
Juventud
Comunista de Zamora
Primero
de Mayo 2013